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Mostrando entradas de abril, 2016

Narciso

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Vivía profundamente enamorado. Contemplaba diariamente la figura a la que idolatraba, la esbeltez de su cuerpo, las facciones perfectas de su cara, los movimientos armoniosos de sus pasos. Día tras día su pasión iba convirtiéndose en una peligrosa obsesión. En cada rincón la encontraba y necesariamente tenía que detenerse y observar con mirada entusiasta aquella excelsa silueta. Fuera de su casa seguía provocando el encuentro con ella, en cada espacio, en una tienda, en un restaurante, en un servicio público... Cualquier lugar era perfecto para él.  El tiempo fue pasando y su obsesión fue aumentando aún a pesar de que era consciente que sus pretensiones más íntimas  nunca serían satisfechas. Decidió tomar una determinación y acabar con aquella esclavitud. No sería fácil. Lo sabía. Tomó la primera decisión que marcaría el comienzo de su curación: se deshizo de todos los espejos que tenía en casa. 

Apetito

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Él escribió un poema para ella: —Veo animales en tu mirada ­—le recitó en el tercer verso. Ella no esperó al final y lo devoró a besos. 

Descanso

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Acuérdate de lanzar mis cenizas al mar y no me dejes descansando eternamente en una aburrida urna sobre el mueble de la televisión - pidió la vieja al viejo. Cuando unos meses después la vieja murió, el viejo alegó un inicio de olvido debido a su avanzada edad,  y colocando un bonito florero en el salón pasaba día y noche viendo partidos de fútbol mientras se asía con firmeza al mando del televisor. 

Acariciando las nubes en un día de primavera

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Maire Kalkowski Descanso acostada en la hierba, aunque más que descansar podría decirse que admiro con los ojos cerrados la vida que se respira alrededor. La hierba está fresca y limpia, parece una alfombra recién lavada y acomodada especialmente para mí. Estiro los brazos y entre los dedos acaricio las finas hojas, están húmedas, adornadas de rocío. Escucho el río a mi izquierda y su caudal me recuerda a niños que corren apresurados entre juegos y canciones, entre risas y emociones. Es agua inocente que brota y escapa ligera en un lecho de  piedras, algas y arena. Mis párpados dormidos atrapan los rayos del sol, alimentándose del calor de la mañana y mi cuerpo se recarga como mecanismo conectado a la electricidad. Abro los ojos y las nubes me saludan bailando al compás de una música desconocida. Encuentro en sus formas figuras mágicas y las acaricio como si las creara con un imaginario pincel.  Mi vientre se agita. En breve nacerá la primavera.